29 nov 2016

... al saltamontes que taconea y cuenta su ropa tendida,...


LA ESPERA DE LILA

Quentin, en voz baja,
interesándose por la dama que frente a él escucha al Saint Germain Quartet pregunta a Rosa si ha venido sola a la fiesta.

-Su nombre es Lila,
y es una de las personas más inteligentes que ha habitado en estas mansardas. A veces la lucidez es la causante de las heridas más cercanas al sol.

Le gustaba escribir
y se apasionaba con los más variados temas matemáticos. Cuando llegó aquí alcanzados ya los cincuenta comenzó su toma de conciencia de que nada es lo que parece y que esa paradójicamente verdad era la causa de la herida en su costado. Una herida que solamente se atenuaba con la esperanza de la lejanía de no formulada -en tiempo y espacio- pues su marido había iniciado una serie de pleitos reclamando sumas millonarias.

Aquí –decía-, en estas humildes mansardas,
había encontrado una paz similar a la de los pequeños pueblos cuya belleza frágil carece de veneno: evocaba en cosas que escribía en un diario de tapas rojas al ratón de campo, a niños de rodillas llenas de rasguños perdidos en la quimera de la hierba, al grillo como la criatura más mansa, al saltamontes que taconea y cuenta su ropa tendida, a la mariposa que simula ebriedad y pone nerviosas a las flores con sus hipos silenciosos, a las hormigas a las que la vasta extensión verde hace sentar la cabeza…

Sus dos hijos ya mayores
se desentendían de sus problemas y raramente hablaba con ellos. Ante esa situación solía decir que había llegado la hora en que las ventanas de estas mansardas se escapaban para ir a encenderse al extremo del Mundo del Ápex donde va a despuntar necesariamente nuestro sol.

Aquí conoció a Hilario un calderero
que llegaba agotado a su habitación después de estar soldando tubos durante toda la jornada a la intemperie. Pelado de frío se metía en la ducha y Lila a duras penas lo mantenía despierto hasta secarlo con una toalla caliente. Hilario se sentaba, desnudo, en la silla de su escritorio mientras se tomaba un café doble. Tardaba en reaccionar y sin escatimar caricias y besos desnudaba lentamente a Lila. "Me vuelve loca –me confesaba- cuando derrama el semen sobre mi pecho y lo extiende con esas manos llenas de callos y ternura sobre mis pezones convirtiendo todas esa proteínas en deliciosa nata"…

Quentin, no te la mires con esa insistencia,
pues igual que tú… espera. Ya sabes… todavía es demasiado pronto para que venga Hilario a la Fiesta de las Mansardas… aunque, sin duda, vendrá.

-Quentin, escucha la música de jazz
mientras esperas tú también…

                                                                                        Johann R. Bach


3 comentarios:

  1. Griselda Corni Fino
    14:05 (fa 5 hores)

    Estupendo este relato de una cosa cotidiana

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  2. PATRICIA

    Vale la pena la espera de Lila si disfruta de lo poco y maravilloso que esa paz le otorga.

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  3. Me gusta Lily,su forma de pensar ,la comparación de la paz de las Mansardas con la vibrante descripción de la fragilidad de la belleza del campo ausente de veneno,tan vibrante ,y llena de amor como la que tiene ahora con Patricio.Cómo no esperarle para seguir bailando con la vida anterior que ha tenido,ahora,que el amor la salva.Bellísimo relato***

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